14º.-
Tenía una extraña sensación. Por una parte acompañaba a Ángel a Madrid sin tener muy claro para qué. Por otra, estaba convencido de que Candela se molestó conmigo por dejarla tirada con su exposición, y por si fuese poco, Lola no me contestaba.No hacía más que mirar el correo una y otra vez, y nada, su silencio dejaba claro que no estaba preparada para avanzar. Quién sabe, tal vez fuese lo mejor, seguro que dentro de unos días Lola sólo terminaría siendo un lejano recuerdo sin rostro.
Candela me había llamado, quería quedar conmigo a la salida del trabajo, la noté muy nerviosa, algo que en ella no resultaba habitual. Quedamos en la calle, cerca de mi piso.
Cuando llegué, ella ya estaba esperando, me daba la espalda y mientras me acercaba pude recrearme en su figura. Hoy estabadiferente, estaba especialmente guapa. Era la primera vez que veía a Candela con faldas y con tacón alto, me sorprendió ver sus piernas, siempre suele llevar pantalón.
-Hola, estas muy guapa.
-Gracias, tu también.
-Bien y ahora que los dos nos hemos llamado guapa, me puedes decir que es eso tan importante. Me tienes preocupado.
-Bueno, hace frío y no tengo costumbre de ir tan desabrigada, porqué no vamos a algún sitio tranquilo donde podamos hablar.
-Bueno mi piso está muy cerca, si no tienes inconveniente, podemos ir.
-Me parece estupendo.
Una vez en el piso le cogí su abrigo para poder colgarlo y aunque dentro no hacía ningún frío seguía temblando.
-Quieres tomar algo, una copa, una sopita caliente para que dejes de temblar.
Candela se quedó de pie mirándome en silencio, como si estuviera decidiendo entre salir corriendo o dar un paso hacia delante.
-Verás Carlos, me gustaría preguntarte algo, antes de seguir.
-Tú dirás.
Se acercaba lentamente y tras un largo suspiro se paró frente a mí. Fue su mirada la que me dio pistas de que esa noche Candela estaba allí decidida a hacer algo que durante años yo había hecho con ella solo en mi imaginación
.
-Crees que podríamos seguir siendo amigos como ahora, si por una noche nos dejamos llevar por el deseo de estar juntos.
-he deseado este momento desde el día que te conocí mi niña, y te juro que llegué a perder la esperanza de que pudiera suceder. No te voy a preguntar el porqué justo ahora, no quiero preguntar o decir nada que pueda estropear este momento.
La besé despacio, disfrutando de su sabor, del tacto de sus labios sobre los mío, de lo tibio de su lengua. Hicimos el amor lentamente sin prisa, recreándonos en lugares que tanto había deseado visitar.
Estábamos desnudos y abrazados como si temiéramos que el separar nuestros cuerpos pudiese ser el final de aquella noche.
-Que pasó hoy para que decidieras hacer realidad mi sueño.
Ella acercó su boca a mi oreja y tras morderla suavemente susurró despacio.
-Si tanto lo deseabas, porqué nunca diste el primer paso.
-Temía que me rechazaras.
-Una vez más, dejaste que tu inseguridad, decidiera por ti.
-Esa frase me suena, tendríamos que dejar de compartir psicóloga.
Candela me susurró al oído frases de amantes, de amantes con ansias de consumir y de ser consumida. Esta vez lo hicimos dejándonos llevar por un impulso descontrolado.
Ambos terminamos dejándonos caer en un sueño profundo.
Al despertar busqué entre las sábana el calor de su cuerpo desnudo y de repente una angustiosa sensación me invadió al no encontrarla. La llamé como un niño llama a su madre tras una pesadilla.
-Candela.
En ese momento, salió del baño a medio vestir.
-¿Que te pasa. Siempre te despiertas dando un bote?
-Temí por un momento. ¿A donde vas tan temprano?.
-Quería dejarte dormir, hoy será un día muy largo para los dos.
-Bromeas, hacía años que no me sentía tan bien.
Me levante y fui a buscarla
-Sabes mi niña, tengo la sensación de que ahí fuera hace un frío que pela, y se que tú eres una friolera, que te parece si me acompañas a la cama y nos acurrucamos hasta la hora de levantarnos.
-Siempre me gustó que me llamara mi niña.
-y ahora de qué te ríes.
-Bueno, veras, verte de pié tan desnudito y de tan buen humor mañanero me dan ideas que no relacionaría nunca con la palabra niña.
-No me digas, pues ven conmigo a la cama y cuéntame esas ideas tuyas.
15-
Como habíamos quedado Ángel y yo salimos hacia Madrid con las motos.
Un viaje largo en moto es un momento estupendo para pensar. Y sin duda, durante todo el viaje mi único pensamiento fue Candela.Recordé cada palabra y cada imagen, y aunque ambos decidimos no cambiar nada de nuestros planes, ya no me apetecía tanto pasar todo el fin de semana con ángel y lejos de ella.
Decidimos parar para tomar algo y descansar un poco a medio camino.
-Bueno me contarás alguna vez, que es lo que te lleva a Madrid.
-Ya te lo dije, tengo que solucionar un problema familiar.
-Joder, no te pega nada el misterio, nunca pensé que me costaría tanto sacarte algo.
-Te equivocas, aunque no te lo creas tengo mis secretos.
-Ya, cuéntame una de pistoleros ahora. Tú tienes menos misterio que mi cuenta corriente.
-¿Tú crees?. Por cierto, ¿hoy no exponía Candela?, como se ha tomado el que decidieras venirte conmigo.
-No te preocupes por Candela, no está molesta.
-Como lo sabes, te recuerdo que normalmente cuando una mujer dice, “No estoy enfadada”, significa que tienen un cabreo del 15.
-Candela es diferente al resto de mujeres.
- ¿Cómo?, a ver, mírame a los ojos y repíteme eso último.
-Que te digo que Candela es diferente.
-Mierda.
-¿Qué?.
-Ya decía yo que notaba algo raro.
-No te sigo.
- Y una mierda, tú y Candela habéis follado.
-Joder que bruto eres.
-Ya, yo soy un bruto y tu un jodido cabrón.
-A qué viene eso, se supones que tendrías que estar contento por un amigo.
-Tienes razón, me alegro tío, te lo juro, me alegro por ti.
-Menos mal. Cualquiera que nos estuviera escuchando podría pensar que te puse los cuernos.
Ángel me miró desafiante y cogiendo el casco me soltó algo que me dejó sin respiración y sin capacidad de reacción alguna.
-Lo que faltaba, que me pusieras de maricón. ¿Por qué no le preguntas a tu novia cuanto tengo de maricón? Ella te podría aclarar esa duda.
Ángel se dirigió a su moto y se subió.
-Baja de la moto.
-Quiero llegar antes de que se haga de noche.
-Baja de la moto si no quieres que te baje yo de una patada.
- Carlos, no pienso pelearme, por algo que ocurrió hace años, y que además no tiene que ver contigo.
Deseé tirarlo de la moto y obligarle a que me explicara a que se refería, pero sin embargo una vez más fui incapaz de articular palabra, solo pude ver como arrancaba la moto, se colocaba el casco y salía a la carretera.
Un torbellino de dudas y pensamientos me impedía moverme.
Ángel paró a la entrada de la autopista, esperando que decidiera que hacer. Una cosa tenía claro, no tenía intención de dejar las cosas sin aclarar y seguí a Ángel en lo que se convertiría en una especie de persecución, más que en un viaje de dos amigos.
En esta ocasión mis pensamientos eran otros muy distintos. Nunca me consideré un tío celoso y no era ese mi sentimiento. Lo que realmente me quemaba era que ninguno de los dos me contara nada. No podía ser cierto, se que Candela no me habría dicho nada ni muerta, ¿pero ángel?, el bocazas más grande de la tierra, es imposible que no me lo hubiese contado, no habría podido soportarlo. Y porqué ahora, justo ahora.
Tengo que concentrarme en la carretera, no tengo intención de provocar un accidente, tengo que tranquilizarme. Será cabrón, hijo de puta. No ha podido elegir peor momento para soltarme una bombacomo esa.
Ángel conducía como si no le importara matarse. Su moto resultaba más rápida en carretera que la mía y me costaba seguirlo por la autopista.
Sólo empezó a reducir cuando llegamos a la ciudad.
16º.-
Entramos en Madrid y me limité a seguirle, sin duda sabía donde iba.
Después de callejear por todo el centro durante unos minutos, Ángel paró la moto y me hizo una señal para que bajase de la mía. Entre ambos la tensión se podía cortar, pero se limitó a coger el móvil y hacer una llamada, cuando terminó me señaló un bar de tapas.
- Tengo hambre, entramos ahí.
Le seguí hasta el bar
-Me cuentas lo tuyo con Candela, o doy por terminada nuestra amistad aquí mismo.
-Siempre fuiste un dramático. No hay mucho que contar, nos conocimos hace tiempo y mantuvimos una extraña relación que duró poco, ya sabes como son las mujeres.
-No, no se como son las mujeres, ¿porqué no me lo cuentas tú?
-Coño Carlos, qué quieres que te cuente, que en la cama era buenísima, eso creo que ya lo sabes.
En ese momento me dí cuenta que Ángel no hacía más que lo que hace siempre, comportarse como un autentico cerdo. Con la única diferencia que esta vez era conmigo, con el único amigo con el que todavía podía contar.
-No me importa las relaciones de Candela antes de anoche. Lo que no consigo entender es porqué no me lo contaste y porqué justo ahora. Es como si aún te molestase que ella y yo….
-De eso nada, a mí que tú y ella estéis juntos me trae sin cuidado.
-A mi no me engañas, hace tiempo que nos conocemos y si te hubiese dado igual, te habrías tirado el pegote de habértela tirado nada más presentártela. Pero no, esperas a que te cuente que estamos juntos para escupírmelo. Y por cierto, donde la conociste y sobre todo, como pudo ella acostarse contigo, te odia a muerte, tú no eres el tipo de tío con la que ella se relacionaría.
-Pues créeme, se relacionó conmigo. Fue tras su divorcio Y fue la única vez en la que una tía me hizo sentir como un trozo de mierda.
Nos vimos durante un tiempo y me pareció una tía interesante. Te confieso que me quedé colgado de ella.
-¿Que pasó?
-A la mañana siguiente de haber estado juntos, ella desapareció. Ni se despidió ni me llamó, ni me cogió el teléfono después. Me trató como algo usado que ya no quería.
-Vamos que te dio un poco de tu misma medicina y no te gustó.
-Lo que tú quieras, pero crees que ella es mejor que yo, por hacérmelo a mí.
-Ya saben lo que dicen, “al que roba a un ladrón….”.
- Y que se dirá cuando te lo haga a ti.
Lo cierto es que me sentí realmente bien al recordar que Candela se quedó a mi lado cuando hicimos el amor. Y confieso que no sentí ninguna lástima por él. En muchas ocasiones presencié como Ángel trataba mal a las chicas con las que salía, ignorándolas o burlándose de ellas sin ningún tipo del reparo.
Siempre me incomodó su grado de sadismo para con los demás. Pero siempre iba dirigido a otros, nunca me afectaba directamente. Era cuestión de tiempo que me tocara vivirlo desde el otro lado.
Sonó su móvil y hablo unos segundos con quién, se suponía, habíamos quedado.
-Tenemos que pasar por un bar de aquí cerca para recoger las llaves del piso donde nos quedaremos a dormir.
-¿Qué hacemos aquí Ángel?
-Pronto lo sabrás. Parece que hoy será el día de descubrirte todos mis secretos.
17º.-
Candela tenía claro que tarde o temprano Ángel no podría evitar contarle todo a Carlos, y en el fondo, ella lo deseaba.
Durante toda la exposición su mente estuvo ausente, apenas pudo concentrarse en las conversaciones de los invitados. No se arrepentía de haber tomado la iniciativa con Carlos, y sabía que si no lo hubiese hecho antes de su viaje, tal vez nunca habría podido ser.
¿Por qué no la llamaba?, quedó en llamarla en cuanto llegara a Madrid, y estaba segura que tendría que haber llegado de sobra. ¿Y si le hubiese pasado algo en el camino?. No estaba dispuesta a ser una de esas mujeres que no deja ni a sol ni a sombra a sus parejas, se negaba a ser ella la que llamase, aunque no pudiese hacer nada, excepto pensar en él.
Mientras, en Madrid llegamos a un bar de copas. Ángel se acercó al camarero y le preguntó por un tal Carlos H., el camarero señaló una de las mesas donde había dos hombres.
Ángel me hizo una señal y nos acercamos a ellos. Los dos hombres mantenían una conversación que interrumpieron en cuanto uno de ellos, el más alto, moreno y con rasgos que me resultaban de lo más familiar, se acercó a Ángel y lo abrazó con ganas. Entonces lo entendí, ese tal Carlos H. me resultaba tan familiar porque tenía los mismos rasgos que Ángel, eran tremendamente parecidos, tal vez un poco mayor.
-Te presento a mi hermano, Carlos H.
-¿Qué tal?, tocayo.
-Entonces ya no te pregunto tu nombre.
El otro hombre, que acompañaba al hermano de Ángel en la mesa, se nos acercó. Era un hombre rubio, de unos treinta y muchos años y con una mirada tan azul como amable.
-Os presento a Hilario.-
Me acerqué a Hilario y le dí la mano, sin embargo Ángel no hizo el más mínimo movimiento para saludarlo. Ambos se miraron y simplemente se hicieron un leve gesto, apenas apreciable. Carlos H. se sintió incómodo, pero acercó dos sillas más a la mesa.
-¿Qué tal el viaje hermanito?, como ves Sevilla no está tan lejos de Madrid.
-Si no me equivoco, está exactamente a la misma distancia que de Madrid a Sevilla.
En ese momento Hilario se dirigió a mí, supongo que en un intento de relajar el ambiente que comenzaba a ser de lo más tenso.
-Supongo que estaréis cansados, el viaje en motos tiene que resultar cansado.
-Te confieso que el viaje fue todo, menos relajado.
-Pues no se hable más. Ángel ¿aún te acuerdas de donde está nuestro piso?.
Carlos H. nos dio unas llaves con un llavero con la bandera multicolor.
Llegamos al piso en donde pasaríamos el fin de semana.
Resultaba un lugar agradable, no parecía el típico apartamento de tíos. Estaba decorado con bastaste gusto, y destacaban las estanterías repletas de libros por todas partes.
Sus techos altos y los grandes ventanales le daban al lugar un aire señorial.
-Ángel, ¿tu hermano y su amigo?…
-Si,
-quiero decir que si son pareja.
-Te entendí a la primera. Mi hermano y su amiguito son maricones. O no ves donde viven.
Tenía razón, una vez que me fijé todo tenía que ver con lo mismo. En el salón había un gran óleo, al principio no se veía nada más que manchas, pero una vez fijándote lo que se veía claramente eran un tío sodomizando a otro. El exquisito gusto en la decoración, y el llavero con la bandera. No había dudas, era el apartamento de una pareja gay.
Tenía curiosidad por saber donde dormiríamos.
-¿Donde duermo yo?
-Dormirás conmigo, pero no te hagas ilusiones, que ni hermano haga aguas, no significa que a mi me vaya ese rollo.
Ven, te enseñaré el cuarto.
Sin duda el apartamento era inmenso, tras un largo pasillo, Ángel abrió una puerta y nos encontramos con una habitación con dos camas y como cabecera otro óleo, esta vez era un gran falo, y sin manchas.
Ángel parecía estar cada vez más incómodo, y a mí me dio por reír a carcajadas sin poder parar.
-De qué te ríes capullo.
-Pues de eso precisamente, de que mire donde mire sólo veo capullos.
Ángel no tenía ninguna gana de participar de mis risas, y se limitó a descolgar el cuadro y ponerlo de espalda a la pared.
-Paso de dormir con una polla en mi cabeza.
Eso me hizo aún más gracia, y el hecho de que a Ángel no le estaba haciendo ninguna gracia toda esa situación, me hacía sentir aún mejor.
-Si no fuese por la jodida herencia, te juro que…
-Es por eso que estamos aquí, por una herencia. Como no, sólo el dinero consigue obligarte a hacer cosas que no te gustan. Y puedo saber quién falleció.
-Murió una tía abuela, una de esas viejas, que sólo sabía guardar dinero, aunque viviese como una pordiosera. Nadie podía suponer que esa mujer, toda miserable, estuviese forrada de millones. Resultó toda una sorpresa.
Si no fuese por la herencia y porque estás tu, no podría soportar pasar por ésto.
Quiero a mi hermano, pero sabes que no soy capaz de entender que dos tíos, bueno ya sabes. Y por si fuese poco, resulta que ese tal Hilario es mi cuñadito, oficialmente. Hay que joderse.
-Que tiene de malo. No entiendo qué te repele de las relaciones homosexuales. No será que en el fondo te pica algo.
No podía dejar de sonreír, sin duda existía Dios y estaba de mi parte en ese momento.
Aún estaba dolido de la decisión de Ángel de contármelo justo cuando estaba disfrutando de uno de los mejores momento de hacía años.
Para un homófogo como Ángel, el tener que pasar un fin de semana en el apartamento de su hermano homosexual y su pareja, no resultaba fácil. Ahora entiendo que quisiera que lo acompañara, sólo se le habría hecho todo más difícil aún.
Desde que llegué a Madrid, me rondaba la idea de tener que llamar a Candela. Lo había dejado hasta el último momento, pero tarde o temprano tendría que hablar con ella. Y tampoco tenía porque tratar el tema de su relación con Ángel. Ella, en realidad, no sabía nada de que yo lo conociese.
Al final me decidí. Volver a oír su voz, me resultó de lo más agradable. El hablar con Candela hizo que el día terminara como empezó, con la sensación de que todo empezaba a irme bien.
18º
Candela se quedó, tras terminar de hablar con Carlos, mirando una de sus obras. Era una de sus preferidas, la miraba como si intentara ver a través de ella.
La foto, en blanco y negro la tomó en Brasil y en ella se veía la ternura de una madre amamantando a su hijo sentada a la puerta de su casa, hecha de trozos de chapas y ladrillos mal puestos. Parecía que nada, ni su miserable vida ni el futuro nada favorable a aquella criatura, podía apagar la felicidad que radiaba esa mujer en su mirada. En ese instante, esa mujer era la felicidad personificada.
Candela la envidaba y sabía que la causa de su felicidad era ese niño. Ella también experimentó esos sentimientos en una ocasión, sentir como olisqueaba su pezón hasta que lo encontraba y lo succionaba, el terrible dolor del principio, un dolor que conseguías soportar solo con mirar la carita de satisfacción que ponía cuando por fin conseguía sacar leche y esa felicidad plena de haber hecho algo grande, muy grande, el ser capaz de crear una vida.
Sintió como se le oprimía el pecho y se le hacía difícil el controlar las ganas de llorar. Justo en ese momento, su amiga Lola entendió que tenía que intervenir y dejando una conversación a medias salió al rescate de su amiga. Se acercó a ella y la cogió por el brazo, se miraron con una mirada cargada de tristeza y ternura, duró solo unos segundos y tras una sacudida del gesto y una respiración profunda Candela quiso dejar atrás toda esa carga de sentimientos.
-Dime como puedes estar tan distante en un momento como este. Es tu día, todo fue perfecto, la exposición no podría haber tenido más éxito.
-Tienes razón Lola, tendría que haber estado más pendiente, pero….
-Era él.
-Si, temí que no me llamara.
-Candela hija, quién te ha visto y quién te ve. Tú que huías de los hombres y de las relaciones estables, te ves aquí esperando la llamada de uno para poder seguir viviendo.
-No seas dura conmigo Lola, éste hombre merece la pena.
-Pues teniendo en cuenta como está el patio, será el único.
Ambas sonrieron y cogieron una copa de vino, se miraron con complicidad y brindaron, no hizo falta decir nada, ambas sabían por qué estaban brindando.
Entre las mujeres existe un grado de complicidad reservada solo para el sexo femenino.
Y sin duda entre Lola y Candela, esa complicidad no solo existía, sino que habían conseguido crear una serie de sofisticadas señales que solo ellas conocían y que utilizaban cuando no querían hacer partícipe a nadie más de sus pensamientos.
Lola era un poco mayor que Candela y también era artista. Candela admiraba a su amiga por encima de cualquier cosa, no solo artísticamente, también admiraba su fuerza, sí, su fuerza, Lola es sobre todo es una mujer fuerte. Un día decidió coger las riendas de su propia vida y no permitió que nadie más decidiera por ella, dejó atrás un arrastre que durante años la dejó en las sombras impidiendo que los demás e incluso ella misma pudiese ver lo especial y grande que era en realidad. Jamás censuró o condenó nada que Candela pudiese contarle por muy condenable y censurable que fuese, ella solo la escuchaba y terminaba sus charlas con un simple,-“si me necesitas aquí me tienes Candi”. Solo permitía a su amiga que la llamase Candi, odiaba ese diminutivo, le recordaba unos dibujos animados donde, la tal Candi, solo sabía llorar con unos terroríficamente grandes y lagrimosos ojos.
- Candela, salgamos esta noche una vez más, como antes las dos solas. Hablaremos de nuestras cosas y nos reiremos a carcajadas de todo lo que nos duela.
- Pero bueno, ni que no nos fuésemos a ver mas.
- Se lo que pasa cuando se empieza una nueva relación, las primeras sacrificadas son las amigas.
- Que tonta. Saldremos pero no por lo que dices, saldremos porque tengo que contarte muchas cosas y no encuentro el momento.
- Por fin, quiero todo lujo de detalles.
- ¿Detalles de qué?
- No te hagas la tonta.
Ambas se rieron y a Candela se le borró todo gesto sombrío para dejar paso a una mirada brillante y llena de esperanza.
19º
Carlos H se quedó sentado en la mesa del bar, su mirada perdida indicaba que en ese momento no estaban su cuerpo y mente en un mismo espacio.
-Qué tal el limbo, tiene que ser interesante, llevas más de 10 minutos allí.
-Pensaba en Ángel y yo cuando pequeños, éramos inseparables. Si supieras en las de peleas que me metió por esa forma de ser que tiene.
-Te refieres a lo de ser un capullo.
Carlo H. miró a Hilario al principio con desaprobación pero en pocos segundos su gesto cambió con una media sonrisa y como pensando para si mismo contestó tranquilamente.
-No siempre fue tan capullo. Hilario te pido paciencia con él, sólo será un fin de semana.
-No te preocupes por mí, y además porqué tiene que ser un fin de semana jodido, puede que sea bueno para ambos estar juntos de nuevo.
-Ya veremos.
-Tendremos que ir a casa tarde o temprano, así que porqué no dejamos que cierre Rómulo y tomamos la última en casa con nuestros invitados.
Carlo H. admiraba a Hilario, sabía que para él todo era más difícil, tenía que compartir su propia casa con alguien que sencillamente lo despreciaba sin conocerlo. Hilario era capaz de cualquier cosa si con ello le hacía feliz.
Ángel salió de la ducha a medio vestir.
-Dúchate rápido, y salimos. No quiero estar aquí cuando lleguen.
-Creí que querrías estar con tu hermano para hablar de vuestras cosas. Joder qué es esto.
-Pues un cuarto de baño, que va a ser.
-¿Un cuarto de baño? Esto no es un cuarto de baño, conozco muchos cuartos de baño y ninguno es como este. Coño donde está el water.
-No seas cateto, está tras esa mampara negra. Y la ducha es esa puerta de ahí.
-Pero esto es la ostia, los lavabos no tienen grifos o qué.
-A ver, este lavabo tiene el grifo dentro, no se ve, solo tienes que poner la mano debajo y ya está, ves. Y ahora quieres darte prisa. O te tengo que explicar otra vez que no quiero estar aquí cuando lleguen.
-Te veo muy puesto en esto del diseño. Desde luego tengo que reconocer que nunca me gustaron los baños tan grandes, verme ahí cagando con tanto espacio a mi alrededor no me resulta cómodo, me gusta más el recogimiento cuando cago.
-Te juro que si llego a saber el coñazo que me darías al ver el baño, te mando a cagar al bar.
Una vez dentro del cuarto de baño, me recreé sin ninguna prisa en curiosearlo todo. A estos tíos les gustaban los detalles, en todos y cada uno de los muebles el orden resultaba casi molesto, todas las toallas perfectamente dobladas y agrupadas por colores y tamaños, la colección de jabones perfectamente colocados, botes de perfumes, de cremas. Y efectivamente tras el biombo de color negro mate con pequeños motivos metalizados estaba el water. Un enorme water que parecía más una especie de lápida funeraria que un inodoro. Daba un poco de mal rollo sentarse en él, me sentía desprotegido con tanto espacio a mi alrededor y con los pantalones bajados. Me tomé mi tiempo en curiosearlo todo desde él, mi trono lapidario. Después me metí en la ducha y me recreé en darle a todas las distintas formas en la que el agua podía llegar a golpear mi cuerpo, me habría quedado toda la noche metido en esa ducha, si no fuese porque Ángel se dedicaba a golpear y a gritarme que me diese prisa, rompiendo todo el encanto del momento.
-Ángel eres un coñazo de tío, aún me quedaba por saber que se siente cuando el chorrito te da en ……
En ese momento el hermano de Ángel y su pareja entraron en el piso. A ángel se le cambió la cara y me echó una mirada de reproche.
-Si no hubieses tardado tanto. A donde vas.
- Pues al salón, no creo que dos tíos metidos en un cuarto de baño, por muy alucinante que sea el baño, sea lo que se dice normal. Bueno, no se si entre gays, pero entre heteros, como que no. Deja ya de comportarte como un idiota, es tu hermano y no creo que esté bien que nos estemos escondiendo de él como si tuviese la peste.
Carlos H. estaba sentado en el sofá mientras Hilario parecía estar sacando unas botellas y copas.
-Qué tomas tocayo.
-Si te soy sincero, lo que me apetece es una cerveza.
-Siéntate tengo una alemana, que si lo que te gusta es la cerveza la sabrás apreciar.
Ángel hizo acto de presencia en el salón con los cascos de las motos en una mano y las chaquetas de los dos en la otra.
-Toma, no te pongas muy cómodo, nos vamos.
Carlos H. miro a su hermano y en ese momento entró Hilario con la cerveza en la mano.
-Quieres tomar algo Ángel.
-No gracias tomaremos algo ahora fuera.
Carlos se acercó a Hilario y le cogió la cerveza, después se sentó.
-Deja que me tome la cerveza, suelta todo eso y tómate algo, no hay tanta prisa, no hemos quedado con nadie a ninguna hora.
Ángel comprendió que su amigo se estaba vengando de él por lo de Candela, no tenía ninguna intención de facilitarle la huida de esa situación, por lo que decidió soltarlo todo en una silla y sentarse esperando pasar el trago cuanto antes.
-Qué tomas
Preguntó Hilario de nuevo.
-Otra cerveza......
nº.- 22
Ángel se despertó empapado en sudor y con la respiración entrecortada. Durante unos segundos no fue consciente de donde se encontraba. Miró a Carlos dormir en la cama de al lado y sintió unas ganas incontrolables de despertarlo para poder salir de Madrid cuanto antes. No soportaba la idea de seguir en esa casa. Sin duda Carlos se vengó de él obligándolo a estar toda la noche en compañía de su hermano y su pareja.
Tenía la firme intención de firmar esos estúpidos papeles y salir de allí cuanto antes. Miró la hora, las siete y media, aún era demasiado temprano para despertar a Carlos, no por faltas de ganas, sino porque sabía que lo mandaría a la mierda. Decidió ducharse, el ruido del trasiego despertaría a su amigo.
La vuelta del fin de semana resultó silenciosa y tranquila. Ambos decidieron adelantar un día la vuelta. Carlos estaba deseando de ver a Candela y para Ángel el alejarse de todo lo que le recordaba su infancia era pura supervivencia. Esta vez se limitaron a disfrutar de la carretera sin complicidad entre los dos amigos, simplemente eran dos hombres aislados del mundo, cada uno con sus propios pensamientos.
Justo antes de llegar a Sevilla, pararon en un área de servicio para cenar algo, supongo que era una buena excusa para que los dos pudieran hablar solos.
-Y ahora Carlos, ¿que pasara?
-Con qué.
-Con nuestra amistad, con nosotros. Se que no soy la mejor persona del mundo, pero soy tu amigo y te aprecio más de lo que imaginas.
Carlos se quedó mirando la carta del restaurante sin decir nada durante unos largos segundos.
-Cuéntame lo de Candela.
-Coño Carlos, que tiene que ver Candela ahora, esto es entre tú y yo.
-Y una mierda. Te diré lo que tiene que ver. Como quieres que pueda volver a confiar en ti. Sabías lo que sentía por Candela. Desde el día que te la presenté, me has estado mintiendo. Esas cosas no se callan entre colegas. ¿Me aprecias?, Joder, maldito cabrón, yo no te aprecio, yo te quiero, eres mi amigo.
Necesito volver a fiarme de ti, necesito saber todo lo que pasó entre vosotros para poder seguir. Tan raro te resulta.
-¿Y si se lo pregunta a ella?.Creo que solo ella sabe exactamente que ocurrió, yo no tengo claro que pasó entre nosotros.
Ángel se daba cuenta de la frustración de su amigo y que el no contarle lo que quería saber le costaría, tal vez, al único amigo que tiene, no, que ha tenido en toda su miserable vida.
-Carlos, yo, yo… me enamoré de ella y no terminó bien, yo terminé muy jodido. Es lo que me pasó a mí. Supongo que ella tendrá su propia historia. Probablemente en su historia sea un hijo de puta sin sentimiento que no pudo dejar de comportarse como lo que es.
Para Carlos, ver a su amigo hablando con un nudo en la garganta, le sorprendió. Ese fin de semana conoció a otro Ángel, un hombre asustado, vulnerable incapaz de enfrentarse solo a sus miedos.
Ángel miró fijamente a los ojos de su amigo y como si las palabras le saliesen directamente del corazón le pidió perdón.
-Perdóname, tienes razón, tenía que habértelo dicho. Pero realmente pensé que ella nunca terminaría siendo nada, excepto una amiga para ti.
-Por qué pensaste eso.
-No se, porque somos amigos. Creí que se mantendría distante.
-No te equivoque Ángel, que yo sea tu amigo no significa que seamos iguales. Yo no soy como tú.
-Eso que ganas.
Ambos terminaron de cenar sin apenas dirigirse la palabra, fue al terminó cuando Carlos le pidió que no le contase a Candela nada.
-Por eso no te preocupes, no tengo ninguna intención de acercarme a ella.
-Dígame.
-Aún no tienes grabado mi nombre en el teléfono de tu casa.
-Hola Carlos, como te va el fin de semana.
-Estoy en mi casa, decidimos regresar antes.
Candela sonrió y sintió como el corazón le palpitaba más rápido, deseó gritar de alegría.
-Vaya y eso, que pasó.
-Pasó que te echaba de menos.
-Yo también te echo de menos.¿ Has cenado, Estarás cansado del viaje?.
- Ya cené por el camino, pero de cansado nada. Me propones algo.
-Qué te parece si te pasas por mi piso, creo que se me ocurrirá algo
Tenía una extraña sensación. Por una parte acompañaba a Ángel a Madrid sin tener muy claro para qué. Por otra, estaba convencido de que Candela se molestó conmigo por dejarla tirada con su exposición, y por si fuese poco, Lola no me contestaba.No hacía más que mirar el correo una y otra vez, y nada, su silencio dejaba claro que no estaba preparada para avanzar. Quién sabe, tal vez fuese lo mejor, seguro que dentro de unos días Lola sólo terminaría siendo un lejano recuerdo sin rostro.
Candela me había llamado, quería quedar conmigo a la salida del trabajo, la noté muy nerviosa, algo que en ella no resultaba habitual. Quedamos en la calle, cerca de mi piso.
Cuando llegué, ella ya estaba esperando, me daba la espalda y mientras me acercaba pude recrearme en su figura. Hoy estabadiferente, estaba especialmente guapa. Era la primera vez que veía a Candela con faldas y con tacón alto, me sorprendió ver sus piernas, siempre suele llevar pantalón.
-Hola, estas muy guapa.
-Gracias, tu también.
-Bien y ahora que los dos nos hemos llamado guapa, me puedes decir que es eso tan importante. Me tienes preocupado.
-Bueno, hace frío y no tengo costumbre de ir tan desabrigada, porqué no vamos a algún sitio tranquilo donde podamos hablar.
-Bueno mi piso está muy cerca, si no tienes inconveniente, podemos ir.
-Me parece estupendo.
Una vez en el piso le cogí su abrigo para poder colgarlo y aunque dentro no hacía ningún frío seguía temblando.
-Quieres tomar algo, una copa, una sopita caliente para que dejes de temblar.
Candela se quedó de pie mirándome en silencio, como si estuviera decidiendo entre salir corriendo o dar un paso hacia delante.
-Verás Carlos, me gustaría preguntarte algo, antes de seguir.
-Tú dirás.
Se acercaba lentamente y tras un largo suspiro se paró frente a mí. Fue su mirada la que me dio pistas de que esa noche Candela estaba allí decidida a hacer algo que durante años yo había hecho con ella solo en mi imaginación
.
-Crees que podríamos seguir siendo amigos como ahora, si por una noche nos dejamos llevar por el deseo de estar juntos.
-he deseado este momento desde el día que te conocí mi niña, y te juro que llegué a perder la esperanza de que pudiera suceder. No te voy a preguntar el porqué justo ahora, no quiero preguntar o decir nada que pueda estropear este momento.
La besé despacio, disfrutando de su sabor, del tacto de sus labios sobre los mío, de lo tibio de su lengua. Hicimos el amor lentamente sin prisa, recreándonos en lugares que tanto había deseado visitar.
Estábamos desnudos y abrazados como si temiéramos que el separar nuestros cuerpos pudiese ser el final de aquella noche.
-Que pasó hoy para que decidieras hacer realidad mi sueño.
Ella acercó su boca a mi oreja y tras morderla suavemente susurró despacio.
-Si tanto lo deseabas, porqué nunca diste el primer paso.
-Temía que me rechazaras.
-Una vez más, dejaste que tu inseguridad, decidiera por ti.
-Esa frase me suena, tendríamos que dejar de compartir psicóloga.
Candela me susurró al oído frases de amantes, de amantes con ansias de consumir y de ser consumida. Esta vez lo hicimos dejándonos llevar por un impulso descontrolado.
Ambos terminamos dejándonos caer en un sueño profundo.
Al despertar busqué entre las sábana el calor de su cuerpo desnudo y de repente una angustiosa sensación me invadió al no encontrarla. La llamé como un niño llama a su madre tras una pesadilla.
-Candela.
En ese momento, salió del baño a medio vestir.
-¿Que te pasa. Siempre te despiertas dando un bote?
-Temí por un momento. ¿A donde vas tan temprano?.
-Quería dejarte dormir, hoy será un día muy largo para los dos.
-Bromeas, hacía años que no me sentía tan bien.
Me levante y fui a buscarla
-Sabes mi niña, tengo la sensación de que ahí fuera hace un frío que pela, y se que tú eres una friolera, que te parece si me acompañas a la cama y nos acurrucamos hasta la hora de levantarnos.
-Siempre me gustó que me llamara mi niña.
-y ahora de qué te ríes.
-Bueno, veras, verte de pié tan desnudito y de tan buen humor mañanero me dan ideas que no relacionaría nunca con la palabra niña.
-No me digas, pues ven conmigo a la cama y cuéntame esas ideas tuyas.
15-
Como habíamos quedado Ángel y yo salimos hacia Madrid con las motos.
Un viaje largo en moto es un momento estupendo para pensar. Y sin duda, durante todo el viaje mi único pensamiento fue Candela.Recordé cada palabra y cada imagen, y aunque ambos decidimos no cambiar nada de nuestros planes, ya no me apetecía tanto pasar todo el fin de semana con ángel y lejos de ella.
Decidimos parar para tomar algo y descansar un poco a medio camino.
-Bueno me contarás alguna vez, que es lo que te lleva a Madrid.
-Ya te lo dije, tengo que solucionar un problema familiar.
-Joder, no te pega nada el misterio, nunca pensé que me costaría tanto sacarte algo.
-Te equivocas, aunque no te lo creas tengo mis secretos.
-Ya, cuéntame una de pistoleros ahora. Tú tienes menos misterio que mi cuenta corriente.
-¿Tú crees?. Por cierto, ¿hoy no exponía Candela?, como se ha tomado el que decidieras venirte conmigo.
-No te preocupes por Candela, no está molesta.
-Como lo sabes, te recuerdo que normalmente cuando una mujer dice, “No estoy enfadada”, significa que tienen un cabreo del 15.
-Candela es diferente al resto de mujeres.
- ¿Cómo?, a ver, mírame a los ojos y repíteme eso último.
-Que te digo que Candela es diferente.
-Mierda.
-¿Qué?.
-Ya decía yo que notaba algo raro.
-No te sigo.
- Y una mierda, tú y Candela habéis follado.
-Joder que bruto eres.
-Ya, yo soy un bruto y tu un jodido cabrón.
-A qué viene eso, se supones que tendrías que estar contento por un amigo.
-Tienes razón, me alegro tío, te lo juro, me alegro por ti.
-Menos mal. Cualquiera que nos estuviera escuchando podría pensar que te puse los cuernos.
Ángel me miró desafiante y cogiendo el casco me soltó algo que me dejó sin respiración y sin capacidad de reacción alguna.
-Lo que faltaba, que me pusieras de maricón. ¿Por qué no le preguntas a tu novia cuanto tengo de maricón? Ella te podría aclarar esa duda.
Ángel se dirigió a su moto y se subió.
-Baja de la moto.
-Quiero llegar antes de que se haga de noche.
-Baja de la moto si no quieres que te baje yo de una patada.
- Carlos, no pienso pelearme, por algo que ocurrió hace años, y que además no tiene que ver contigo.
Deseé tirarlo de la moto y obligarle a que me explicara a que se refería, pero sin embargo una vez más fui incapaz de articular palabra, solo pude ver como arrancaba la moto, se colocaba el casco y salía a la carretera.
Un torbellino de dudas y pensamientos me impedía moverme.
Ángel paró a la entrada de la autopista, esperando que decidiera que hacer. Una cosa tenía claro, no tenía intención de dejar las cosas sin aclarar y seguí a Ángel en lo que se convertiría en una especie de persecución, más que en un viaje de dos amigos.
En esta ocasión mis pensamientos eran otros muy distintos. Nunca me consideré un tío celoso y no era ese mi sentimiento. Lo que realmente me quemaba era que ninguno de los dos me contara nada. No podía ser cierto, se que Candela no me habría dicho nada ni muerta, ¿pero ángel?, el bocazas más grande de la tierra, es imposible que no me lo hubiese contado, no habría podido soportarlo. Y porqué ahora, justo ahora.
Tengo que concentrarme en la carretera, no tengo intención de provocar un accidente, tengo que tranquilizarme. Será cabrón, hijo de puta. No ha podido elegir peor momento para soltarme una bombacomo esa.
Ángel conducía como si no le importara matarse. Su moto resultaba más rápida en carretera que la mía y me costaba seguirlo por la autopista.
Sólo empezó a reducir cuando llegamos a la ciudad.
Entramos en Madrid y me limité a seguirle, sin duda sabía donde iba.
Después de callejear por todo el centro durante unos minutos, Ángel paró la moto y me hizo una señal para que bajase de la mía. Entre ambos la tensión se podía cortar, pero se limitó a coger el móvil y hacer una llamada, cuando terminó me señaló un bar de tapas.
- Tengo hambre, entramos ahí.
Le seguí hasta el bar
-Me cuentas lo tuyo con Candela, o doy por terminada nuestra amistad aquí mismo.
-Siempre fuiste un dramático. No hay mucho que contar, nos conocimos hace tiempo y mantuvimos una extraña relación que duró poco, ya sabes como son las mujeres.
-No, no se como son las mujeres, ¿porqué no me lo cuentas tú?
-Coño Carlos, qué quieres que te cuente, que en la cama era buenísima, eso creo que ya lo sabes.
En ese momento me dí cuenta que Ángel no hacía más que lo que hace siempre, comportarse como un autentico cerdo. Con la única diferencia que esta vez era conmigo, con el único amigo con el que todavía podía contar.
-No me importa las relaciones de Candela antes de anoche. Lo que no consigo entender es porqué no me lo contaste y porqué justo ahora. Es como si aún te molestase que ella y yo….
-De eso nada, a mí que tú y ella estéis juntos me trae sin cuidado.
-A mi no me engañas, hace tiempo que nos conocemos y si te hubiese dado igual, te habrías tirado el pegote de habértela tirado nada más presentártela. Pero no, esperas a que te cuente que estamos juntos para escupírmelo. Y por cierto, donde la conociste y sobre todo, como pudo ella acostarse contigo, te odia a muerte, tú no eres el tipo de tío con la que ella se relacionaría.
-Pues créeme, se relacionó conmigo. Fue tras su divorcio Y fue la única vez en la que una tía me hizo sentir como un trozo de mierda.
Nos vimos durante un tiempo y me pareció una tía interesante. Te confieso que me quedé colgado de ella.
-¿Que pasó?
-A la mañana siguiente de haber estado juntos, ella desapareció. Ni se despidió ni me llamó, ni me cogió el teléfono después. Me trató como algo usado que ya no quería.
-Vamos que te dio un poco de tu misma medicina y no te gustó.
-Lo que tú quieras, pero crees que ella es mejor que yo, por hacérmelo a mí.
-Ya saben lo que dicen, “al que roba a un ladrón….”.
- Y que se dirá cuando te lo haga a ti.
Lo cierto es que me sentí realmente bien al recordar que Candela se quedó a mi lado cuando hicimos el amor. Y confieso que no sentí ninguna lástima por él. En muchas ocasiones presencié como Ángel trataba mal a las chicas con las que salía, ignorándolas o burlándose de ellas sin ningún tipo del reparo.
Siempre me incomodó su grado de sadismo para con los demás. Pero siempre iba dirigido a otros, nunca me afectaba directamente. Era cuestión de tiempo que me tocara vivirlo desde el otro lado.
Sonó su móvil y hablo unos segundos con quién, se suponía, habíamos quedado.
-Tenemos que pasar por un bar de aquí cerca para recoger las llaves del piso donde nos quedaremos a dormir.
-¿Qué hacemos aquí Ángel?
-Pronto lo sabrás. Parece que hoy será el día de descubrirte todos mis secretos.
17º.-
Candela tenía claro que tarde o temprano Ángel no podría evitar contarle todo a Carlos, y en el fondo, ella lo deseaba.
Durante toda la exposición su mente estuvo ausente, apenas pudo concentrarse en las conversaciones de los invitados. No se arrepentía de haber tomado la iniciativa con Carlos, y sabía que si no lo hubiese hecho antes de su viaje, tal vez nunca habría podido ser.
¿Por qué no la llamaba?, quedó en llamarla en cuanto llegara a Madrid, y estaba segura que tendría que haber llegado de sobra. ¿Y si le hubiese pasado algo en el camino?. No estaba dispuesta a ser una de esas mujeres que no deja ni a sol ni a sombra a sus parejas, se negaba a ser ella la que llamase, aunque no pudiese hacer nada, excepto pensar en él.
Mientras, en Madrid llegamos a un bar de copas. Ángel se acercó al camarero y le preguntó por un tal Carlos H., el camarero señaló una de las mesas donde había dos hombres.
Ángel me hizo una señal y nos acercamos a ellos. Los dos hombres mantenían una conversación que interrumpieron en cuanto uno de ellos, el más alto, moreno y con rasgos que me resultaban de lo más familiar, se acercó a Ángel y lo abrazó con ganas. Entonces lo entendí, ese tal Carlos H. me resultaba tan familiar porque tenía los mismos rasgos que Ángel, eran tremendamente parecidos, tal vez un poco mayor.
-Te presento a mi hermano, Carlos H.
-¿Qué tal?, tocayo.
-Entonces ya no te pregunto tu nombre.
El otro hombre, que acompañaba al hermano de Ángel en la mesa, se nos acercó. Era un hombre rubio, de unos treinta y muchos años y con una mirada tan azul como amable.
-Os presento a Hilario.-
Me acerqué a Hilario y le dí la mano, sin embargo Ángel no hizo el más mínimo movimiento para saludarlo. Ambos se miraron y simplemente se hicieron un leve gesto, apenas apreciable. Carlos H. se sintió incómodo, pero acercó dos sillas más a la mesa.
-¿Qué tal el viaje hermanito?, como ves Sevilla no está tan lejos de Madrid.
-Si no me equivoco, está exactamente a la misma distancia que de Madrid a Sevilla.
En ese momento Hilario se dirigió a mí, supongo que en un intento de relajar el ambiente que comenzaba a ser de lo más tenso.
-Supongo que estaréis cansados, el viaje en motos tiene que resultar cansado.
-Te confieso que el viaje fue todo, menos relajado.
-Pues no se hable más. Ángel ¿aún te acuerdas de donde está nuestro piso?.
Carlos H. nos dio unas llaves con un llavero con la bandera multicolor.
Llegamos al piso en donde pasaríamos el fin de semana.
Resultaba un lugar agradable, no parecía el típico apartamento de tíos. Estaba decorado con bastaste gusto, y destacaban las estanterías repletas de libros por todas partes.
Sus techos altos y los grandes ventanales le daban al lugar un aire señorial.
-Ángel, ¿tu hermano y su amigo?…
-Si,
-quiero decir que si son pareja.
-Te entendí a la primera. Mi hermano y su amiguito son maricones. O no ves donde viven.
Tenía razón, una vez que me fijé todo tenía que ver con lo mismo. En el salón había un gran óleo, al principio no se veía nada más que manchas, pero una vez fijándote lo que se veía claramente eran un tío sodomizando a otro. El exquisito gusto en la decoración, y el llavero con la bandera. No había dudas, era el apartamento de una pareja gay.
Tenía curiosidad por saber donde dormiríamos.
-¿Donde duermo yo?
-Dormirás conmigo, pero no te hagas ilusiones, que ni hermano haga aguas, no significa que a mi me vaya ese rollo.
Ven, te enseñaré el cuarto.
Sin duda el apartamento era inmenso, tras un largo pasillo, Ángel abrió una puerta y nos encontramos con una habitación con dos camas y como cabecera otro óleo, esta vez era un gran falo, y sin manchas.
Ángel parecía estar cada vez más incómodo, y a mí me dio por reír a carcajadas sin poder parar.
-De qué te ríes capullo.
-Pues de eso precisamente, de que mire donde mire sólo veo capullos.
Ángel no tenía ninguna gana de participar de mis risas, y se limitó a descolgar el cuadro y ponerlo de espalda a la pared.
-Paso de dormir con una polla en mi cabeza.
Eso me hizo aún más gracia, y el hecho de que a Ángel no le estaba haciendo ninguna gracia toda esa situación, me hacía sentir aún mejor.
-Si no fuese por la jodida herencia, te juro que…
-Es por eso que estamos aquí, por una herencia. Como no, sólo el dinero consigue obligarte a hacer cosas que no te gustan. Y puedo saber quién falleció.
-Murió una tía abuela, una de esas viejas, que sólo sabía guardar dinero, aunque viviese como una pordiosera. Nadie podía suponer que esa mujer, toda miserable, estuviese forrada de millones. Resultó toda una sorpresa.
Si no fuese por la herencia y porque estás tu, no podría soportar pasar por ésto.
Quiero a mi hermano, pero sabes que no soy capaz de entender que dos tíos, bueno ya sabes. Y por si fuese poco, resulta que ese tal Hilario es mi cuñadito, oficialmente. Hay que joderse.
-Que tiene de malo. No entiendo qué te repele de las relaciones homosexuales. No será que en el fondo te pica algo.
No podía dejar de sonreír, sin duda existía Dios y estaba de mi parte en ese momento.
Aún estaba dolido de la decisión de Ángel de contármelo justo cuando estaba disfrutando de uno de los mejores momento de hacía años.
Para un homófogo como Ángel, el tener que pasar un fin de semana en el apartamento de su hermano homosexual y su pareja, no resultaba fácil. Ahora entiendo que quisiera que lo acompañara, sólo se le habría hecho todo más difícil aún.
Desde que llegué a Madrid, me rondaba la idea de tener que llamar a Candela. Lo había dejado hasta el último momento, pero tarde o temprano tendría que hablar con ella. Y tampoco tenía porque tratar el tema de su relación con Ángel. Ella, en realidad, no sabía nada de que yo lo conociese.
Al final me decidí. Volver a oír su voz, me resultó de lo más agradable. El hablar con Candela hizo que el día terminara como empezó, con la sensación de que todo empezaba a irme bien.
Durante toda la exposición su mente estuvo ausente, apenas pudo concentrarse en las conversaciones de los invitados. No se arrepentía de haber tomado la iniciativa con Carlos, y sabía que si no lo hubiese hecho antes de su viaje, tal vez nunca habría podido ser.
¿Por qué no la llamaba?, quedó en llamarla en cuanto llegara a Madrid, y estaba segura que tendría que haber llegado de sobra. ¿Y si le hubiese pasado algo en el camino?. No estaba dispuesta a ser una de esas mujeres que no deja ni a sol ni a sombra a sus parejas, se negaba a ser ella la que llamase, aunque no pudiese hacer nada, excepto pensar en él.
Mientras, en Madrid llegamos a un bar de copas. Ángel se acercó al camarero y le preguntó por un tal Carlos H., el camarero señaló una de las mesas donde había dos hombres.
Ángel me hizo una señal y nos acercamos a ellos. Los dos hombres mantenían una conversación que interrumpieron en cuanto uno de ellos, el más alto, moreno y con rasgos que me resultaban de lo más familiar, se acercó a Ángel y lo abrazó con ganas. Entonces lo entendí, ese tal Carlos H. me resultaba tan familiar porque tenía los mismos rasgos que Ángel, eran tremendamente parecidos, tal vez un poco mayor.
-Te presento a mi hermano, Carlos H.
-¿Qué tal?, tocayo.
-Entonces ya no te pregunto tu nombre.
El otro hombre, que acompañaba al hermano de Ángel en la mesa, se nos acercó. Era un hombre rubio, de unos treinta y muchos años y con una mirada tan azul como amable.
-Os presento a Hilario.-
Me acerqué a Hilario y le dí la mano, sin embargo Ángel no hizo el más mínimo movimiento para saludarlo. Ambos se miraron y simplemente se hicieron un leve gesto, apenas apreciable. Carlos H. se sintió incómodo, pero acercó dos sillas más a la mesa.
-¿Qué tal el viaje hermanito?, como ves Sevilla no está tan lejos de Madrid.
-Si no me equivoco, está exactamente a la misma distancia que de Madrid a Sevilla.
En ese momento Hilario se dirigió a mí, supongo que en un intento de relajar el ambiente que comenzaba a ser de lo más tenso.
-Supongo que estaréis cansados, el viaje en motos tiene que resultar cansado.
-Te confieso que el viaje fue todo, menos relajado.
-Pues no se hable más. Ángel ¿aún te acuerdas de donde está nuestro piso?.
Carlos H. nos dio unas llaves con un llavero con la bandera multicolor.
Llegamos al piso en donde pasaríamos el fin de semana.
Resultaba un lugar agradable, no parecía el típico apartamento de tíos. Estaba decorado con bastaste gusto, y destacaban las estanterías repletas de libros por todas partes.
Sus techos altos y los grandes ventanales le daban al lugar un aire señorial.
-Ángel, ¿tu hermano y su amigo?…
-Si,
-quiero decir que si son pareja.
-Te entendí a la primera. Mi hermano y su amiguito son maricones. O no ves donde viven.
Tenía razón, una vez que me fijé todo tenía que ver con lo mismo. En el salón había un gran óleo, al principio no se veía nada más que manchas, pero una vez fijándote lo que se veía claramente eran un tío sodomizando a otro. El exquisito gusto en la decoración, y el llavero con la bandera. No había dudas, era el apartamento de una pareja gay.
Tenía curiosidad por saber donde dormiríamos.
-¿Donde duermo yo?
-Dormirás conmigo, pero no te hagas ilusiones, que ni hermano haga aguas, no significa que a mi me vaya ese rollo.
Ven, te enseñaré el cuarto.
Sin duda el apartamento era inmenso, tras un largo pasillo, Ángel abrió una puerta y nos encontramos con una habitación con dos camas y como cabecera otro óleo, esta vez era un gran falo, y sin manchas.
Ángel parecía estar cada vez más incómodo, y a mí me dio por reír a carcajadas sin poder parar.
-De qué te ríes capullo.
-Pues de eso precisamente, de que mire donde mire sólo veo capullos.
Ángel no tenía ninguna gana de participar de mis risas, y se limitó a descolgar el cuadro y ponerlo de espalda a la pared.
-Paso de dormir con una polla en mi cabeza.
Eso me hizo aún más gracia, y el hecho de que a Ángel no le estaba haciendo ninguna gracia toda esa situación, me hacía sentir aún mejor.
-Si no fuese por la jodida herencia, te juro que…
-Es por eso que estamos aquí, por una herencia. Como no, sólo el dinero consigue obligarte a hacer cosas que no te gustan. Y puedo saber quién falleció.
-Murió una tía abuela, una de esas viejas, que sólo sabía guardar dinero, aunque viviese como una pordiosera. Nadie podía suponer que esa mujer, toda miserable, estuviese forrada de millones. Resultó toda una sorpresa.
Si no fuese por la herencia y porque estás tu, no podría soportar pasar por ésto.
Quiero a mi hermano, pero sabes que no soy capaz de entender que dos tíos, bueno ya sabes. Y por si fuese poco, resulta que ese tal Hilario es mi cuñadito, oficialmente. Hay que joderse.
-Que tiene de malo. No entiendo qué te repele de las relaciones homosexuales. No será que en el fondo te pica algo.
No podía dejar de sonreír, sin duda existía Dios y estaba de mi parte en ese momento.
Aún estaba dolido de la decisión de Ángel de contármelo justo cuando estaba disfrutando de uno de los mejores momento de hacía años.
Para un homófogo como Ángel, el tener que pasar un fin de semana en el apartamento de su hermano homosexual y su pareja, no resultaba fácil. Ahora entiendo que quisiera que lo acompañara, sólo se le habría hecho todo más difícil aún.
Desde que llegué a Madrid, me rondaba la idea de tener que llamar a Candela. Lo había dejado hasta el último momento, pero tarde o temprano tendría que hablar con ella. Y tampoco tenía porque tratar el tema de su relación con Ángel. Ella, en realidad, no sabía nada de que yo lo conociese.
Al final me decidí. Volver a oír su voz, me resultó de lo más agradable. El hablar con Candela hizo que el día terminara como empezó, con la sensación de que todo empezaba a irme bien.
18º
Candela se quedó, tras terminar de hablar con Carlos, mirando una de sus obras. Era una de sus preferidas, la miraba como si intentara ver a través de ella.
La foto, en blanco y negro la tomó en Brasil y en ella se veía la ternura de una madre amamantando a su hijo sentada a la puerta de su casa, hecha de trozos de chapas y ladrillos mal puestos. Parecía que nada, ni su miserable vida ni el futuro nada favorable a aquella criatura, podía apagar la felicidad que radiaba esa mujer en su mirada. En ese instante, esa mujer era la felicidad personificada.
Candela la envidaba y sabía que la causa de su felicidad era ese niño. Ella también experimentó esos sentimientos en una ocasión, sentir como olisqueaba su pezón hasta que lo encontraba y lo succionaba, el terrible dolor del principio, un dolor que conseguías soportar solo con mirar la carita de satisfacción que ponía cuando por fin conseguía sacar leche y esa felicidad plena de haber hecho algo grande, muy grande, el ser capaz de crear una vida.
Sintió como se le oprimía el pecho y se le hacía difícil el controlar las ganas de llorar. Justo en ese momento, su amiga Lola entendió que tenía que intervenir y dejando una conversación a medias salió al rescate de su amiga. Se acercó a ella y la cogió por el brazo, se miraron con una mirada cargada de tristeza y ternura, duró solo unos segundos y tras una sacudida del gesto y una respiración profunda Candela quiso dejar atrás toda esa carga de sentimientos.
-Dime como puedes estar tan distante en un momento como este. Es tu día, todo fue perfecto, la exposición no podría haber tenido más éxito.
-Tienes razón Lola, tendría que haber estado más pendiente, pero….
-Era él.
-Si, temí que no me llamara.
-Candela hija, quién te ha visto y quién te ve. Tú que huías de los hombres y de las relaciones estables, te ves aquí esperando la llamada de uno para poder seguir viviendo.
-No seas dura conmigo Lola, éste hombre merece la pena.
-Pues teniendo en cuenta como está el patio, será el único.
Ambas sonrieron y cogieron una copa de vino, se miraron con complicidad y brindaron, no hizo falta decir nada, ambas sabían por qué estaban brindando.
Entre las mujeres existe un grado de complicidad reservada solo para el sexo femenino.
Y sin duda entre Lola y Candela, esa complicidad no solo existía, sino que habían conseguido crear una serie de sofisticadas señales que solo ellas conocían y que utilizaban cuando no querían hacer partícipe a nadie más de sus pensamientos.
Lola era un poco mayor que Candela y también era artista. Candela admiraba a su amiga por encima de cualquier cosa, no solo artísticamente, también admiraba su fuerza, sí, su fuerza, Lola es sobre todo es una mujer fuerte. Un día decidió coger las riendas de su propia vida y no permitió que nadie más decidiera por ella, dejó atrás un arrastre que durante años la dejó en las sombras impidiendo que los demás e incluso ella misma pudiese ver lo especial y grande que era en realidad. Jamás censuró o condenó nada que Candela pudiese contarle por muy condenable y censurable que fuese, ella solo la escuchaba y terminaba sus charlas con un simple,-“si me necesitas aquí me tienes Candi”. Solo permitía a su amiga que la llamase Candi, odiaba ese diminutivo, le recordaba unos dibujos animados donde, la tal Candi, solo sabía llorar con unos terroríficamente grandes y lagrimosos ojos.
- Candela, salgamos esta noche una vez más, como antes las dos solas. Hablaremos de nuestras cosas y nos reiremos a carcajadas de todo lo que nos duela.
- Pero bueno, ni que no nos fuésemos a ver mas.
- Se lo que pasa cuando se empieza una nueva relación, las primeras sacrificadas son las amigas.
- Que tonta. Saldremos pero no por lo que dices, saldremos porque tengo que contarte muchas cosas y no encuentro el momento.
- Por fin, quiero todo lujo de detalles.
- ¿Detalles de qué?
- No te hagas la tonta.
Ambas se rieron y a Candela se le borró todo gesto sombrío para dejar paso a una mirada brillante y llena de esperanza.
La foto, en blanco y negro la tomó en Brasil y en ella se veía la ternura de una madre amamantando a su hijo sentada a la puerta de su casa, hecha de trozos de chapas y ladrillos mal puestos. Parecía que nada, ni su miserable vida ni el futuro nada favorable a aquella criatura, podía apagar la felicidad que radiaba esa mujer en su mirada. En ese instante, esa mujer era la felicidad personificada.
Candela la envidaba y sabía que la causa de su felicidad era ese niño. Ella también experimentó esos sentimientos en una ocasión, sentir como olisqueaba su pezón hasta que lo encontraba y lo succionaba, el terrible dolor del principio, un dolor que conseguías soportar solo con mirar la carita de satisfacción que ponía cuando por fin conseguía sacar leche y esa felicidad plena de haber hecho algo grande, muy grande, el ser capaz de crear una vida.
Sintió como se le oprimía el pecho y se le hacía difícil el controlar las ganas de llorar. Justo en ese momento, su amiga Lola entendió que tenía que intervenir y dejando una conversación a medias salió al rescate de su amiga. Se acercó a ella y la cogió por el brazo, se miraron con una mirada cargada de tristeza y ternura, duró solo unos segundos y tras una sacudida del gesto y una respiración profunda Candela quiso dejar atrás toda esa carga de sentimientos.
-Dime como puedes estar tan distante en un momento como este. Es tu día, todo fue perfecto, la exposición no podría haber tenido más éxito.
-Tienes razón Lola, tendría que haber estado más pendiente, pero….
-Era él.
-Si, temí que no me llamara.
-Candela hija, quién te ha visto y quién te ve. Tú que huías de los hombres y de las relaciones estables, te ves aquí esperando la llamada de uno para poder seguir viviendo.
-No seas dura conmigo Lola, éste hombre merece la pena.
-Pues teniendo en cuenta como está el patio, será el único.
Ambas sonrieron y cogieron una copa de vino, se miraron con complicidad y brindaron, no hizo falta decir nada, ambas sabían por qué estaban brindando.
Entre las mujeres existe un grado de complicidad reservada solo para el sexo femenino.
Y sin duda entre Lola y Candela, esa complicidad no solo existía, sino que habían conseguido crear una serie de sofisticadas señales que solo ellas conocían y que utilizaban cuando no querían hacer partícipe a nadie más de sus pensamientos.
Lola era un poco mayor que Candela y también era artista. Candela admiraba a su amiga por encima de cualquier cosa, no solo artísticamente, también admiraba su fuerza, sí, su fuerza, Lola es sobre todo es una mujer fuerte. Un día decidió coger las riendas de su propia vida y no permitió que nadie más decidiera por ella, dejó atrás un arrastre que durante años la dejó en las sombras impidiendo que los demás e incluso ella misma pudiese ver lo especial y grande que era en realidad. Jamás censuró o condenó nada que Candela pudiese contarle por muy condenable y censurable que fuese, ella solo la escuchaba y terminaba sus charlas con un simple,-“si me necesitas aquí me tienes Candi”. Solo permitía a su amiga que la llamase Candi, odiaba ese diminutivo, le recordaba unos dibujos animados donde, la tal Candi, solo sabía llorar con unos terroríficamente grandes y lagrimosos ojos.
- Candela, salgamos esta noche una vez más, como antes las dos solas. Hablaremos de nuestras cosas y nos reiremos a carcajadas de todo lo que nos duela.
- Pero bueno, ni que no nos fuésemos a ver mas.
- Se lo que pasa cuando se empieza una nueva relación, las primeras sacrificadas son las amigas.
- Que tonta. Saldremos pero no por lo que dices, saldremos porque tengo que contarte muchas cosas y no encuentro el momento.
- Por fin, quiero todo lujo de detalles.
- ¿Detalles de qué?
- No te hagas la tonta.
Ambas se rieron y a Candela se le borró todo gesto sombrío para dejar paso a una mirada brillante y llena de esperanza.
Carlos H se quedó sentado en la mesa del bar, su mirada perdida indicaba que en ese momento no estaban su cuerpo y mente en un mismo espacio.
-Qué tal el limbo, tiene que ser interesante, llevas más de 10 minutos allí.
-Pensaba en Ángel y yo cuando pequeños, éramos inseparables. Si supieras en las de peleas que me metió por esa forma de ser que tiene.
-Te refieres a lo de ser un capullo.
Carlo H. miró a Hilario al principio con desaprobación pero en pocos segundos su gesto cambió con una media sonrisa y como pensando para si mismo contestó tranquilamente.
-No siempre fue tan capullo. Hilario te pido paciencia con él, sólo será un fin de semana.
-No te preocupes por mí, y además porqué tiene que ser un fin de semana jodido, puede que sea bueno para ambos estar juntos de nuevo.
-Ya veremos.
-Tendremos que ir a casa tarde o temprano, así que porqué no dejamos que cierre Rómulo y tomamos la última en casa con nuestros invitados.
Carlo H. admiraba a Hilario, sabía que para él todo era más difícil, tenía que compartir su propia casa con alguien que sencillamente lo despreciaba sin conocerlo. Hilario era capaz de cualquier cosa si con ello le hacía feliz.
Ángel salió de la ducha a medio vestir.
-Dúchate rápido, y salimos. No quiero estar aquí cuando lleguen.
-Creí que querrías estar con tu hermano para hablar de vuestras cosas. Joder qué es esto.
-Pues un cuarto de baño, que va a ser.
-¿Un cuarto de baño? Esto no es un cuarto de baño, conozco muchos cuartos de baño y ninguno es como este. Coño donde está el water.
-No seas cateto, está tras esa mampara negra. Y la ducha es esa puerta de ahí.
-Pero esto es la ostia, los lavabos no tienen grifos o qué.
-A ver, este lavabo tiene el grifo dentro, no se ve, solo tienes que poner la mano debajo y ya está, ves. Y ahora quieres darte prisa. O te tengo que explicar otra vez que no quiero estar aquí cuando lleguen.
-Te veo muy puesto en esto del diseño. Desde luego tengo que reconocer que nunca me gustaron los baños tan grandes, verme ahí cagando con tanto espacio a mi alrededor no me resulta cómodo, me gusta más el recogimiento cuando cago.
-Te juro que si llego a saber el coñazo que me darías al ver el baño, te mando a cagar al bar.
Una vez dentro del cuarto de baño, me recreé sin ninguna prisa en curiosearlo todo. A estos tíos les gustaban los detalles, en todos y cada uno de los muebles el orden resultaba casi molesto, todas las toallas perfectamente dobladas y agrupadas por colores y tamaños, la colección de jabones perfectamente colocados, botes de perfumes, de cremas. Y efectivamente tras el biombo de color negro mate con pequeños motivos metalizados estaba el water. Un enorme water que parecía más una especie de lápida funeraria que un inodoro. Daba un poco de mal rollo sentarse en él, me sentía desprotegido con tanto espacio a mi alrededor y con los pantalones bajados. Me tomé mi tiempo en curiosearlo todo desde él, mi trono lapidario. Después me metí en la ducha y me recreé en darle a todas las distintas formas en la que el agua podía llegar a golpear mi cuerpo, me habría quedado toda la noche metido en esa ducha, si no fuese porque Ángel se dedicaba a golpear y a gritarme que me diese prisa, rompiendo todo el encanto del momento.
-Ángel eres un coñazo de tío, aún me quedaba por saber que se siente cuando el chorrito te da en ……
En ese momento el hermano de Ángel y su pareja entraron en el piso. A ángel se le cambió la cara y me echó una mirada de reproche.
-Si no hubieses tardado tanto. A donde vas.
- Pues al salón, no creo que dos tíos metidos en un cuarto de baño, por muy alucinante que sea el baño, sea lo que se dice normal. Bueno, no se si entre gays, pero entre heteros, como que no. Deja ya de comportarte como un idiota, es tu hermano y no creo que esté bien que nos estemos escondiendo de él como si tuviese la peste.
Carlos H. estaba sentado en el sofá mientras Hilario parecía estar sacando unas botellas y copas.
-Qué tomas tocayo.
-Si te soy sincero, lo que me apetece es una cerveza.
-Siéntate tengo una alemana, que si lo que te gusta es la cerveza la sabrás apreciar.
Ángel hizo acto de presencia en el salón con los cascos de las motos en una mano y las chaquetas de los dos en la otra.
2 comentarios:
Eres muy generoso conmigo, amigo mío.
Gracias
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